Origen de la repostería
En un principio se pensó que la caña de azúcar procedía de la India, pero probablemente su procedencia es de Nueva Guinea, dónde hace 8.000 años ya se utilizaba como planta de adorno en los jardines. También se cortaba y masticaba por su sabor agradable. Desde allí se extendió su cultivo y consumo por numerosas islas del sur del Pacífico, llegando hasta la India, dónde diez siglos antes del comienzo de la era cristiana empezaron a cultivarse, obteniéndose a partir de ella una miel de caña que sustituyó a la miel de abeja en la elaboración de dulces.
Por otro lado, la introducción del cacao en Europa incrementó
el consumo de azúcar por la excelente combinación resultante, extendiéndose
rápidamente por las cortes europeas.
Aunque la producción de dulces y pasteles se venía haciendo
en los países europeos a nivel familiar desde muy antiguo (con el comienzo de la
Edad Media), se asegura que el origen de las tiendas de pastelería y confitería
actuales, con su obrador en la trastienda, surgieron a partir de las farmacias.
Es también importante indicar que el origen de muchos dulces
y pasteles surgió de la necesidad de encontrar métodos para la conservación de
alimentos.
¿De dónde viene la costumbre de tomar postre?
Tomar el postre es una costumbre dulce, deliciosa y, además,
con raíces en el Imperio Romano.
Tomar el postre es al día de hoy una costumbre, una parte
imprescindible de cualquier comida o cena diaria. Pero lo cierto es que cabe
plantearse por qué después de cada comida tomamos algo dulce. De hecho, aunque
todos lo disfrutamos, sobre todo cuando tenemos una buena comida y nos ofrecen
para rematar dulces artesanales elaborados con mucho mimo, son pocos los que
conocen su origen.
La costumbre de tomar el postre tiene su origen en la
Antigua Roma, donde se tomaban fruta, panes con levadura y miel.
La versión más extendida sostiene que la tradición de tomar
el postre proviene, ni más ni menos, que de la Antigua Roma. Por todos es
sabido que se trataba de una cultura en la que los festines compuestos por
innumerables platos eran una de las costumbres más arraigadas. Al parecer en
estas copiosas comidas era habitual comer dulces cuando se cambiaba de un plato
salado al siguiente.
Estos dulces que servían de puente entre un plato y otro no
contaban con una gran variedad y se componían, sobre todo, de frutas y panes
con levadura y miel. A día de hoy, la costumbre de tomar de postre una pieza de
fruta tras la comida se mantiene, mientras que el pan con levadura y miel lo
hace a su manera, ya que ha evolucionado dando lugar al panettone, conocido
dulce italiano consumido sobre todo en las fiestas navideñas.
Obviamente, esta costumbre ha llegado a nuestros días,
reduciéndose, a un único plato dulce en cada comida, denominado por los romanos
como ‘secundae mesae’ y postre por nosotros.
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